Está vez fui a caballo, no tenía muchas ganas de andar, estaba cansada por que ayer no dormí apenas y tampoco estos días atrás.
Cuando llegue llamé a la puerta y salio el Sr William Tarner, su mayordomo, aquel que me había anunciado la fiesta del compromiso entre el hermano del Sr Brandon y su prometida a través de carta. Me dijo que el señor estaba indispuesto y que no quería visitas. Pero de repente se oyó una voz de fondo y William se retiró.
- Entre Srta Williams, esta es su casa. - me dijo él desde dentro.
- No quería molestar, solo venía haber como estaba, hace mucho que no se de usted y e preocupaba. - cuando le vi bajar por las escaleras estaba muy pálido y con ojeras, seguramente tendría un catarro bastante fuerte.
- No se tiene que disculpar, además me agrada su presencia, esta casa esta muy sola y a veces es agradable que alguien la visite. - me sonrojé, aun indispuesto no había perdido su gracia y eso me reconfortaba.
- Bueno, y ¿como está?
- Me encuentro indispuesto, no tengo ganas de comer y tampoco de salir. Hoy viene a visitarme el medico del pueblo...- tragó saliva y añadió- .. Señorita Williams, ¿Le importaría quedarse esta tarde a acompañarme? Temo caerme y que no haya nadie para sujetarme y quien mejor que usted - sonrió e igual que yo.
- No podría con su peso y su fuerza, pero espero servirle de una grata compañía.
- Eso no lo dude.
La velada surgió sin problemas, con nuestras adoradas charlas y con algún otro coqueteo. Empezaba a adorar a ese hombre, yo, que nunca había necesitado a alguien para disfrutar de un rato agradable, ahora lo necesitaba bien. Y pensar en como habíamos empezado. Solo pensarlo me dio risa y se me escapo una ligera sonrisa. A lo que me preguntó :
- ¿De que se rie Srta?
- De como hemos evolucionado.
- ¿El ser humano? ¿Eso le da risa?
- ¡Claro que no! - sonreí - Nosotros.
- De no querer ni vernos...
- ... A estar hablando como si nos conociéramos de siempre.
- Tiene razón. Como es la vida, que siempre quiere lo mejor para cada uno y por eso me ha tocado conocerla a usted.
- ¡Oh señor Brandon! No diga esas cosas, que me hace sonrojar. - miré el reloj que habia en la sala y me di cuenta que eran más de las 7.- ¡Señor Brandon que tarde es! Se nos ha ido el santo al cielo y tengo que volver a casa para la cena. Buenas noches y deseo que se recupere pronto.
- Gracias, pero.. ¡espere! quiero darle algo de despedida.
Y sin hablar más, se acerco lentamente y con delicadeza me besó. Me cogió desarmada, tan desarmada que no sabía que hacer. Aquel beso fue intenso pero dulce a la vez. Cuando nos separamos no daba crédito y nos quedamos callados un largo tiempo. Ninguno había esperado ese beso pero los dos queríamos hacerlo.
Beso entre Emma Williams y Arthur Brandon. |
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