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martes, 5 de julio de 2011

CAPITULO DIÉCISEIS. Siempre tuya, Emma.

Cuando llegué a casa cerré bien la puerta y subí para mi cuarto. Todos estaban dormidos aunque eso ya no me importaba, por que mi madre sabía de mi desgracia y haría lo imposible por no casarme con Anthony.
Cuando me desperté por la mañana el sol estaba más radiante que nunca y yo estaba feliz, tan feliz como nunca. Bajé a la cocina cantando y desayuné. Todos estaban asombrados, mi madre que sabía por que estaba tan feliz, sonreía.
- ¿Que te hace tan feliz hermana? - dijo Emily.
- Que...que me casaré dentro de poco.
- Aseguraría que no es eso lo que te hace tan feliz
- Hermanita, no quieras averiguar lo que no debes - le dije susurrando al oído.
Y subí  a mi cuarto a seguir mi diario que con tantas desdichas me había olvidado completamente de él.
Querido diario, ayer viví un sueño. Se paró el tiempo con cada abrazo, con cada beso, con cada susurro. Pero el tiempo se paró solo un segundo, pero luego la vida siguió su curso y nos tuvimos que separar. Él es el  que me ayuda a respirar sin él no puedo ser yo misma. Él es la persona especial que siempre había querido, divertido, caballeroso, hermoso. Siempre está cerca de mi cuidándome, enseñándome que hay esperanza para nosotros. Que hay justicia y que pronto estaremos juntos y casados. Que está dispuesto ha luchar por mi o conmigo, los dos juntos. No se si esto tendrá que acabar algún día, si esto solo serán los recuerdos que van a quedar de nuestro amor. Pero mientras tanto, yo seguiré junto a él, soñando una vez más dentro de mi horrible pesadilla.
Cerré aquel diario y lo escondí debajo de la almohada. Saqué la última carta de Arthur y la leí de nuevo. Después de leerla cerré los ojos y me puse a recordar los momentos más hermosos que habíamos pasado ayer. Recordé toda la noche ya que la noche entera fue preciosa. Pero por desgracia me vino a la mente Anthony y que haría si me volvía a descuidar de alguna carta o el mismo diario. Tenía que andar con mucho cuidado hasta que todo se solucionara. Al final con tanto ojos cerrados, acabé durmiendo en la cama como un bebe en su cuna.

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