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sábado, 2 de julio de 2011

CAPITULO QUINCE. Siempre tuya, Emma.

Eran las 10:30, todos estaban es sus camas y yo me estaba preparando para ir a ver a Arthur. Cuando bajé para irme salió mi madre para ver que me pasaba, cogí una bata que había por allí y me la puse encima.
- ¿Donde vas hija?
- A por un vaso de agua me he acostado con mucha sed.
- Vale. Pero cuando salgas a ver a Arthur cierra la puerta, que a veces no encaja bien.
- Yo.. ¿a quien?
- Lo se todo hija, dejaste la carta en el suelo de tu habitación, pero vi lo mucho que te ama ese hombre y no te dije nada. Intentaré hacer lo posible para que tu padre anule el matrimonio te lo aseguro. Me encantaría haber tenido un hombre que amara tanto.
- ¡Gracias mamá! .- y la abracé sonriendo.
Cuando salí encaje la puerta bien como me dijo mi madre. Estaba tan contenta, por una vez mi madre había pensado en el amor y lo más importante, ¡el amor había vencido!
Era una noche muy oscura y había luna llena. Cuando llegué no había nadie y me senté a esperar. Empecé tontamente a tirar piedras al lago, estaba tan aburrida y tardaba tanto.
Cuando alguien me cogió por los brazos y dio la vuelta acercándome a él lo vi. Estaba más guapo que nunca con los botones de la camisa desabrochados hasta media camisa y el pelo alborotado. Tenía también barba en su cara y andaba medio descuidado pero estaba muy guapo.
- Has venido ¿ me amas?
- Infinitamente. Pero júrame que siempre, que siempre estarás conmigo. Que no te irás,que me esperaras,  necesito que me lo jures por favor, nunca me sueltes, por favor.
Me besó apasionadamente. Sin duda el mejor de todos. Era más fogoso y tímido a la vez. Era especial. Un beso robado.
Pasamos una noche especial. Estuvimos todo abrazados, no nos queríamos soltar, no queríamos perder ni un minuto sin el calor mutuo sin estar juntos. 
Hablamos de tantas cosas de él, de mi, de nosotros. Pero sabía que eso se acabaría y llegó el momento de despedirse. Un beso más y un adiós sincero.
- ¿Mañana aquí a la misma hora? 
- Si, claro que si.
- Te quiero Arthur. Adiós.
- Una cosa Emma, - no me soltaba de la mano .-  Jamás me digas adiós, no quiero despedirme nunca de ti y adiós significa olvidar.
- Yo no quiero olvidarme de ti.
- No quiero que lo hagas, pero ahora te tienes que ir a mi pesar. Hasta luego Emma, Te quiero.
- Hasta luego Arthur, yo también.
Me soltó la mano y empecé andar girandome de vez en cuando para admirar su belleza por última vez esta noche.



1 comentario:

  1. la verdad es qu eno me ha dado tiempo a leer toda tu historia pero los capitulos que he leido son preciosos sige asi e ire leyendolos. te sigo http://solograndesilusiones.blogspot.com/

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