miércoles, 31 de agosto de 2011

CAPITULO DIÉCINUEVE. Siempre tuya, Emma.

Cuando desperté estaba toda mi familia alrededor, muy asustados, no sabía que pasaba así que yo también me asusté y pregunté que había pasado.
- ¿Que ha ocurrido, mamá?
- Te has desmayado Emma.
Cuando estuve un poco despejada, mire a mi alrededor y vi que Anthony tenía un papel de un color apagado y arrugada, pero al fijarme mejor, vi que tenía sangre en un lado de ella. Tardé unos segundos en saber por que estaban allí todos tan preocupados y a la vez enfadados. Habían leído la carta de Arthur. Todos, hasta Anthony.  Mi madre si percató de mi situación y sabía que yo me había dado cuenta de todo. En ese momento, interrumpió con un:
- Venga vayámonos todos, Emma tiene que descansar.
Al escuchar esto, Anthony permanecía blanco y quieto, estaba rígido. Parecía un simple estatua. Pero al final, se fue, pero seguía mirándome fijamente sin apartar la mirada. Eso me incomodó más, sentía que ese hombre me odiaba y yo no podía remediarlo. Había leído la carta y yo no sabía de la gravedad de aquello ya que no había leído la carta, por aquel inoportuno desmayo. Intente dormir un poco y después hablaría con Anthony y  aclararíamos las cosas.
Cuando desperté todo estaba oscuro, sería de noche y salí haber si alguien seguía despierto. Todo estaba solitario y oía los ronquidos de mi padre a kilómetros. Pensé Arthur me habría citado a esta hora en el lago y salí en su búsqueda. Salí corriendo de aquella casa, sabía que no estaba bien, pero no podía dejar de correr, mi curiosidad podía conmigo y con ella mi amor por Arthur.
Cuando llegué estaba allí, parecía que se habia dejado el pelo más largo, estaba más delgado y se había comprado una chaqueta nueva y ... ese no era Arthur. Cuando se giró, quería que se me tragase la tierra allí mismo, no era Arthur, habría querido que fuera el mismísimo demonio antes de que se apareciera en nuestro lugar Anthony. Allí estaba, mirándome fijamente como horas antes. Intente escaparme pero entonces:
- Espera, no huyas Emma, eres una chica con agallas, enfréntate a mi.
- Anthony yo..
- Tu, me has engañado desde el principio... todo esto ha sido una farsa y me has decepcionado.
- Pero yo..
- Lo que más me ha confundido de la carta, es que le comentarás ha Arthur, ese que se nombra caballero, que yo sería una buena opción y que reconsiderarías la oferta del cansamiento. ¿De verdad lo piensas?
- No lo se, estoy confundida, estoy enamorada de Arthur, pero tú, tú eres diferente y además me solucionarías la vida para siempre, pero..
- Ya lo has dicho, de quien estás enamorada es de él, pero dime un cosa ¿ Si era tan importante, donde está tu amor?
Es verdad, él había leído la carta y estaba allí, eso quiere decir que me había citado, pero él no había aparecido. Estaba confusa, tenía a mi futuro marido enfrente de mi pidiendome explicaciones sobre por que amaba a otro hombre que no fuera él y el otro hombre no había aparecido para ayudarme.
Era todo tan confuso y me quedé paralizada en medio del bosque y al lado del lago con el hombre con quien me tendré que casar, al que no amo, pero tendré que amar.



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