domingo, 4 de septiembre de 2011

CAPITULO VEINTE.

-Emma .. - oía - Emma.. ¿ me estás escuchando? ¿estas bien? te has quedado paralizada.
- Si, si estoy bien -  Anthony me había cogido por la cintura y estábamos frente a frente, tan solo nos separaban unos centímetros. Estaba tan cerca.
- ¿De verdad? Si quieres, te dejo sola, para que puedas pensar con claridad. Sé que la decisión es difícil, pero se que escogerás la que más te convenga y sé que esa será la mejor para ti. Y por mucho que me doliese, por mucho que me enfadara, se que estarías feliz y eso sería lo más importante.
- Gracias, la verdad es que este momento Anthony, ¿por que lo puedo llamar asi no?
- Si, claro
- En este momento me gustaría estar a solas.
En ese instante me soltó y me dio un beso en la mejilla. Todos los momentos con Arthur pasaron en un segundo por mi cabeza cuando vi a Arthur a aparecer por el lago y ver que Anthony me besó. Todos y cada uno de ellos.
No quise alarmar a Anthony así que me mantuve en silencio hasta que ya estaba bastante lejos como para oírme.
Arthur estaba en frente de mi, mirándome. Nunca olvidaría esa cara. Rompí a llorar, esa cara de decepción y esa tristeza que reflejaban sus ojos al mirarme, todo eso, lo había provocado yo, en el hombre al que amaba, lo había engañado.
No me atreví a hablar, no podía parar de llorar y mirar esa cara, una cara en la que yo había dibujado esa tristeza. Parecía que el tampoco podía articular ninguna palabra.
Pasaron segundos, minutos y todavía seguiamos callados, hasta que intenté acercarme y al querer abrazarlo él se aparto.
- ¿Por que me haces esto Arthur? - decía mientras todavía tenia lágrimas en los ojos.
- ¿Que por que lo hago? te mande una carta sumamente secreta, que no ``podía´´ saber nadie de ella, y vienes con tu completo y absurdo prometido a nuestro encuentro especial, donde pensaba contarte que... bueno ahora, Srta Williams, le da lo mismo ¿no es cierto?
- No me da igual, le amo y todavía pienso lo mismo, pero es que Anthony es tan caballero, tan hostil y tan servicial, que me he creado una idea diferente de el y he pensado que lo amaba. Bueno mi cabeza a pensado que lo amaba pero mi corazón gritaba tu nombre, pero yo no he querido oírlo. Hasta hoy, al verte, he recordado todos nuestros encuentros, todos los momentos vividos, todos nuestras caricias, nuestros besos. Y todos esos sentimientos han recorido mi cuerpo hasta llegar a mi corazón donde no debian de haber salido nunca.
- Oh.. Emma, emma, emma, te amo tanto. - Me besó y nos envolvimos en una reconciliación, fue el beso más bonito de todos, al menos el más reconfortante. Pensaba que no volvería a verlo jamás, que se olvidaría de mi, que ya no tendríamos una vida juntos y eso me producía un temor incalculable. Cuando ese beso se acabó me abrazo tan fuerte, que no me pude escapar, aun que tampoco es lo que me hubiera gustado, estaba tan bien en sus brazos, tan segura, me sentía tan fuerte en ese momento. Que no lo volvería a soltar nunca. De eso estaba totalmente segura.
Pero dicen que todo lo bueno se acaba y si era totalmente cierto, en ese momento apareció Anthony y toda la dicha que tenía en ese momento se esfumó al verlo aparecer.
- Anthony...
- No digas nada, ya lo he visto todo... se que lo que te dije podría parecer cierto, pero no es así, no quiero verte feliz con otro hombre y menos con este... ogro - Arthur tenía las manos apretadas y estaba muy furioso, le cogí la mano y parecía tranquilizarse, pero no estaba muy convencida. - si no te casas conmigo, tampoco lo harás con otro hombre y de todo este asunto, el vencedor seré yo.
- ¿Y me llamas a mi ogro? A un hombre que solo puede pecar por amar a una mujer.
- Pues olvídate de ella, no la volverás a ver en un mucho tiempo.
- ¿Quien me lo va a prohibir? ¿tu ? - Arthur soltó una carcajada de burla, pero lo que dijo Anthony no lo esperábamos ninguno de los dos.
- Tengo mucha información, he estado investigando en tu cuarto Emma, deberías ser más lista, y haber dejado las cartas a buen recaudo, ¿sabes que tu padre estaría muy interesado en esto? - me enseño todas las cartas que Arthur me había enviado. En todas aquellas había un beso, un caricia y un te quiero. Y eso lo iba a romper él, Anthony, al que había creído amar alguna vez.


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